Cuba, después del castrismo: la miseria del comunismo
La Revolución Cubana de 1959 ha sido objeto de numerosos análisis y, en ocasiones, alabada por supuestos logros alcanzados en materia de desarrollo económico y social que poco o nada tienen que ver con la realidad. El régimen que hoy dirige Miguel Díaz-Canel ha sostenido un relato que pretende transmitir la idea de que Cuba ha alcanzado niveles elevados de prosperidad, educación, sanidad y bienestar social. Esta narrativa ha sido cultivada para justificar un modelo económico basado en la centralización y el control estatal que se apoya en severas restricciones de la libertad personal y económica, amén de la democracia y el pluralismo social y político.
Como se señaló en el primer artículo de Quiero mi Cuba Libre, Cuba gozaba de un nivel de desarrollo económico relativamente alto antes del triunfo de la Revolución. En los años 50, la isla se posicionaba entre las naciones más avanzadas de Hispanoamérica. Los cubanos disfrutaban de un nivel de vida significativamente superior al de sus vecinos, caso de Haití o República Dominicana. De hecho, sus indicadores económicos le permitían compararse con países europeos como Italia. Esto evidencia que la isla no partía de una situación desesperada en el momento de la llegada de Fidel Castro al poder. Obviamente, la isla lidiaba con problemas muy serios, como la corrupción y la supresión de la democracia bajo el mando de Fulgencio Batista. Sin embargo, sesenta y cinco años después de 1959, Cuba no está mejor en lo tocante al buen gobierno y la libertad política y, por el camino, ha pasado de ser un país relativamente avanzado a sufrir un atraso económico muy doloroso en términos de bienestar social.
Los argumentos económicos predominan en este proyecto, pero por encima de ello están las cifras de la represión que se deben imputar a la dictadura. El asesinato de opositores, el encarcelamiento de disidentes y el exilio que han debido asumir tantos cubanos constituye la mejor demostración de que el supuesto paraíso comunista no es más que una prisión. Según datos de Archivo Cuba, el régimen ha causado la muerte de más de 7.000 personas, ha encarcelado a 20.000 presos políticos y ha forzado al exilio a más de 2,5 millones de personas. Basta con repasar estos datos para demostrar la indefendible naturaleza del comunismo cubano, un proyecto que ha devastado la vida de miles de familias mientras imponía un control férreo sobre la isla.
A pesar de este contexto histórico, el régimen ha hecho todo lo posible por inundar de propaganda cualquier discusión sobre la evolución económica de la isla, ocultando el estancamiento y la caída de los niveles de vida que se han venido observando bajo gobierno de los hermanos Castro, primero, y de su sucesor Díaz-Canel, después. Los datos disponibles demuestran que, lejos de avanzar, la economía cubana ha vivido un deterioro progresivo a lo largo de las seis últimas décadas, alcanzando niveles de miseria que contrastan de forma abrumadora con los logros de otros países de la región. Tal deterioro se ha manifestado en una productividad deprimida, unos sueldos que apenas garantizan la más mera subsistencia y una dependencia crónica de los subsidios externos.
El presente artículo, segundo en el proyecto de investigación Quiero mi Cuba Libre, tiene como objetivo repasar cuál ha sido el desempeño económico de Cuba bajo el régimen castrista, contrastando los niveles de desarrollo que se disfrutaban antes de 1959 con la realidad actual de la isla. A través de este análisis, se evaluará hasta qué punto las políticas económicas del castrismo han sido responsables del estancamiento y la miseria que enfrentan hoy los cubanos.
Como apuntan las siguientes páginas, el mito del supuesto progreso alcanzado bajo el castrismo se desmorona al evaluar de cerca los indicadores económicos y sociales. Esto no solamente nos permite desmentir las narrativas que exaltan los logros de la Revolución Cubana, sino que también pone de manifiesto que es precisamente el modelo comunista el que ha sofocado cualquier posibilidad de crecimiento, libertad y avance social y económico.
La miseria cubana con el castrismo
Queremos empezar proponiendo un “juego” al lector. A continuación se presentan unas declaraciones. El objetivo es adivinar qué personalidad hizo tales pronunciamientos. Las palabras en cuestión son las siguientes:
“Los actuales salarios no satisfacen las necesidades del trabajador cubano y de su familia”.
“El modelo actual influye negativamente en la disciplina e incentiva el éxodo de personal cualificado que opta por salir de Cuba”.
“El sistema desestima la promoción de los más capaces, ya que se traduce, generalmente, en que a mayor responsabilidad, menores ingresos personales”.
Uno podría pensar, a primera vista, que estas palabras han sido pronunciadas por opositores del régimen. Sin embargo, aunque cueste creerlo, se trata de declaraciones de Raúl Castro, quien se manifestó de esta forma en 2014, seis años después de haber asumido la Presidencia del Consejo de Estado y de Ministros de la República de Cuba, cargo en el que sucedió a su hermano Fidel y que ocupó entre los años 2008 y 2018. Tales afirmaciones ponen de manifiesto que los propios jerarcas del castrismo reconocen que su modelo ha sido tan empobrecedor que resulta indefendible. Pero, en aras de realizar un análisis riguroso, veamos qué nos dicen los datos una década después.
De acuerdo con las estadísticas que ofrece la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), el salario medio en 2023 ascendió a 4.648 pesos cubanos mensuales. Sin embargo, este dato no está ajustado por el aumento observado en el nivel de precios. Si se corrigen las cifras, el salario medio real ronda los 1.435 pesos al mes. Y todo ello teniendo en cuenta que los datos de inflación, de acuerdo con el economista cubano Pedro Monreal, no serían del todo precisos y estarían siendo infravalorados para sesgar los números a favor del régimen. De hecho, si se toman los datos de precios de Economist Intelligence Unit, el salario medio sería realmente de 645 pesos cubanos.
¿A cuánto equivale este paupérrimo salario real? Según el tipo de cambio oficinal, los 645 pesos que gana un cubano de media al mes son apenas 26,91 dólares estadounidenses. Sin embargo, la tasa de cambio en el mercado informal sugiere que el salario promedio incluso inferior, ya que, en realidad, un dólar estadounidense, a finales del mes de septiembre, tenía una capacidad de compra de 320 pesos cubanos, muy por encima de los 24 pesos fijados en el tipo de cambio oficial. Por lo tanto, el poder adquisitivo real de los cubanos estaría incluso en torno a los 2 dólares mensuales. Un hundimiento total y absoluto.
Con todo, tomemos por un momento como válido el dato oficial ofrecido por la oficina de estadísticas del régimen e imaginemos que, en efecto, el salario mensual es de 4.648 pesos. ¿Cómo se compara esta cifra artificialmente sobrevalorada con la cesta de productos básicos cuyo precio está “topado” por el gobierno castrista? Dicha cesta incluye seis productos esenciales para el consumo familiar en la isla: a saber, pollo, aceite, salchichas, leche en polvo, pasta alimenticia y detergente. En la siguiente imagen se puede ver el precio máximo fijado para los minoristas que despachan estos bienes, controlado por el régimen “a causa de las condiciones actuales de la economía”. Esta circunstancia obliga, según dispone en la Resolución 225 del Ministerio de Finanzas y Precios publicada en la Gaceta Oficial de Cuba número 61, a “contener los niveles de precios de determinados productos de alto impacto en la población”.
En la siguiente tabla se compara el precio fijado por ley y la cantidad de unidades que se puede comprar de cada uno de estos seis productos empleando para ello el salario medio. Como vemos, incluso dando por buenos los datos de salario que comparte el régimen, el trabajador cubano medio apenas podría permitirse comprar cada mes alrededor de 7 kilos de pollo, 4,70 litros de aceite, 4,5 kilos de salchichas, algo menos de 3 kilos de leche en polvo, poco más de 5,5 kilos de pasta y algo más de 7 kilos de detergente. Es decir, los ciudadanos en Cuba viven en la más auténtica miseria. No sólo soportan una represión total y absoluta de sus libertades políticas y civiles, sino que apenas tienen recursos económicos para subsistir.
La miseria cubana en un gráfico
Si se pudiese resumir el fracaso económico y social de la Revolución Cubana en un solo gráfico, sería el de la evolución de su renta per cápita en comparación con otros países como España, Venezuela o Singapur. Puede resultar llamativo que establezcamos esta comparación, pero nadie se hubiese extrañado ante un ejercicio así en 1959, ya que la diferencia apreciada entonces entre la isla y los otros tres países que hemos tomado como referencia no era tan acusada.
Este recurso pone de manifiesto el estancamiento de la renta per cápita en Cuba desde 1959 hasta hoy, escenario que contrasta con los avances de España y, sobre todo, Singapur. El contraste con la isla asiática es revelador, porque ambos países comparten algunas similitudes: son islas, no tienen muchos recursos naturales, su tamaño es reducido y sus sistemas políticos son autocráticos. Sin embargo, las trayectorias económicas de ambas naciones no han podido ser más diferentes.
Singapur y Cuba tomaron caminos opuestos. Mientras Cuba abrazó un modelo económico comunista y de planificación centralizada, Singapur eligió un enfoque de mercado abierto, con políticas pro-empresa y un fuerte énfasis en la educación y la innovación. El resultado ha sido que, en las últimas seis décadas, Singapur ha logrado niveles de renta per cápita comparables a los de los países más ricos del mundo, mientras que Cuba, atrapada por su modelo económico, ha visto cómo su renta per cápita se ha quedado en niveles alarmantemente bajos. España, por su parte, exhibe una trayectoria más moderada de crecimiento, pero se sitúa a años luz de Cuba, lo que evidencia las ventajas de una economía diversificada y abierta al comercio global.
La comparación también es instructiva si observamos el caso de Venezuela, otro país de la comunidad latinoamericana que, al igual que Cuba, terminó adoptando políticas intervencionistas y de corte socialista. A pesar de ser una economía rica en recursos naturales, como el petróleo, Venezuela ha experimentado una caída pronunciada en su renta per cápita a lo largo de las últimas dos décadas, acercándose a los niveles de Cuba.
El gráfico revela de forma clara cómo las decisiones políticas y económicas influyen e incluso transforman el destino de una nación. Mientras Singapur ha logrado convertirse en un líder global en términos de ingresos y calidad de vida, Cuba ha permanecido anclada en una economía de subsistencia, incapaz de generar un crecimiento significativo. Esto muestra que las reformas que promueven la libertad económica y la inversión empresarial tienen un impacto profundo y duradero en la prosperidad de las naciones, mientras que seguir el camino opuesto tiene efectos devastadores.
¿Y qué hubiera pasado si no existiera el comunismo en Cuba?
Otra forma de observar el impacto negativo de la Revolución Cubana es planteando algunos ejercicios contrafactuales que permitan estimar qué hubiera sucedido si el régimen de los Castro nunca se hubiese instaurado. Los investigadores Hugo Jales, Thomas H. Kang, Guilherme Stein y Felipe Garcia Ribeiro han publicado el trabajo “Measuring the Role of the 1959 Revolution on Cuba's Economic Performance”, un estudio académico publicado en la revista World Economy. Dicho trabajo evalúa el impacto de la Revolución Cubana de 1959 y mide su incidencia en el desempeño económico de la isla. Lo hace empleando diversos métodos econométricos para obtener un contrafactual, es decir, una estimación de la trayectoria que podría haber seguido la economía cubana sin la intervención del castrismo.
Los autores emplean diferentes enfoques econométricos, como el Método de Control Sintético, los Modelos de Factores o la técnica de Diferencias en Diferencias, con el objetivo de construir este contrafactual. En términos sencillos, esto implica comparar a Cuba con otros países de Hispanoamérica que siguieron trayectorias económicas similares antes de la Revolución. Esto ayuda a estimar qué habría sucedido en la economía cubana sin el régimen castrista. Tales cálculos nos aproximan a la cuantificación del impacto directo de la Revolución Cubana y ayudan a medir la magnitud del retroceso económico que Cuba experimentó a raíz de las políticas impuestas por el régimen comunista que instauró Fidel Castro.
Los resultados de este ejercicio contrafactual realizado por Hugo Jales y sus colegas son contundentes. Los investigadores concluyen que el régimen de los hermanos Castro y Díaz-Canel ha propiciado un grave retroceso en términos económicos. Según las estimaciones presentadas, de no haber ocurrido la Revolución, Cuba habría seguido una senda de crecimiento similar a la de otras economías latinoamericanas comparables, como Costa Rica o Chile. Sin embargo, las políticas comunistas impuestas por el régimen no solo estancaron el desarrollo económico, sino que causaron una profunda y prolongada crisis económica, dejando la renta per cápita en niveles extremadamente bajos, propios de un país tercermundista.
En 1959, la renta per cápita en Cuba era alrededor del 50% de la de Chile y del 75% de la de Costa Rica. De haber seguido esa tendencia, cada cubano contaría actualmente con un nivel de ingresos superior en al menos 4.000 dólares anuales. Es decir, la Revolución le ha costado a los cubanos aproximadamente el 50% de su renta, como consecuencia de no haber seguido la senda de desarrollo económico y social que se observó en otros países de la región.
Una parte fundamental del análisis es el impacto que tuvo el subsidio de la Unión Soviética a la hora de mantener a flote la economía cubana. A través de acuerdos comerciales preferenciales, como la compra de azúcar cubano a precios inflados o la provisión de petróleo y otros insumos esenciales, la URSS jugó un papel crucial para evitar que el castillo de naipes construido por los Castro se derrumbase por completo a partir de la década de 1970. Cuando la Unión Soviética se disolvió en 1991, el colapso económico de Cuba fue inmediato, con una contracción severa de su PIB per cápita y un deterioro drástico de las condiciones de vida. Este apoyo externo ocultó y enmascaró el alcance de las deficiencias derivadas de la economía centralizada, pero, una vez retirada tal ayuda exterior, la profunda ineficiencia y la falta de productividad del sistema salieron definitivamente a la luz.
El embargo comercial de Estados Unidos ha sido utilizado por el régimen castrista como la principal excusa para justificar las miserias económicas de la isla, pero el análisis de Jales y sus colegas matiza buena parte de estas críticas. Aunque dicha apuesta impuso ciertos costes, se estima que su impacto ha sido relativamente pequeño en comparación con el desastre provocado por las políticas internas del régimen. Así, estos economistas calculan que el embargo ha costado a Cuba menos del 1% de su PIB anual, mientras que el golpe causado por la Revolución Cubana y la falta de reformas pro-mercado ha traído consigo una pérdida acumulada de miles de millones de dólares, en términos de PIB per cápita. Esto deja claro que la miseria en la que se encuentra Cuba no es consecuencia del embargo, sino del modelo económico comunista que ha asfixiado el desarrollo durante más de seis décadas.
Así, podemos comprobar por ejemplo que la producción de azúcar era de 56 millones de toneladas al año, según las estadísticas que recoge Our World in Data, mientras que, en la actualidad, esta cifra es cinco veces menor (10,6 millones de toneladas). Para el año 1990, justo antes de la caída de la URSS, la producción era de 80 millones, lo que refleja la gran dependencia que tenía la economía cubana del bloque soviético. En términos per cápita, la producción de azúcar de caña ha pasado de 8.000 toneladas por cada 1.000 habitantes a apenas 963, de modo que los niveles actuales son ocho veces más bajos.
A lo largo de las décadas, las políticas del régimen castrista han erosionado la capacidad productiva de la isla. Limitar las libertades personales y económicas de los ciudadanos ha hecho que una economía emergente pasase a ser un país empobrecido y dependiente de subsidios ofrecidos por otros países. Sin la intervención de un régimen autoritario y centralizado, Cuba podría haber seguido una senda de desarrollo similar comparable a otras economías como Costa Rica o Chile. Las oportunidades perdidas y el estancamiento actual son el resultado de las decisiones políticas que han sofocado el crecimiento durante más de seis décadas.
En las próximas entregas del proyecto Quiero mi Cuba Libre, se analizarán en mayor profundidad las causas que han motivado esta situación de estancamiento económico y miseria. Se abordarán temas como la dependencia de los subsidios soviéticos, la influencia del embargo estadounidense o las restricciones estructurales inherentes al propio modelo comunista. Además, se estudiarán otros indicadores relacionados con la salud y la educación, ámbitos en los que régimen comunista ha tendido a basar su propaganda a nivel internacional. Uno a uno, estos artículos irán desmintiendo todos los mitos que ha pretendido propagar el castrismo para enmascarar la realidad y transmitir una falsa sensación de prosperidad.